Ep Avanzado 2: Mascotas chistosas
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Ana:
Hola, ¿qué tal? Yo soy Ana
David:
Y yo soy David.
Ana:
Bienvenidos al segundo episodio avanzado que tenemos exclusivo para nuestros patrones.
David:
Así es. Y en esta ocasión vamos a hablar sobre historias graciosas con mascotas. Sí, una más de historias graciosas, porque creo que nos encanta contar historias graciosas.
Ana:
Sí, aparte, el humor, es complicado ¿no?, así que creo que es excelente. Pero no solamente eso, sino que en esta ocasión le pedimos ayuda a algunos de nuestros familiares y amigos para que nos cuenten ellos también algunas historias chistosas con sus mascotas. Y esto va a ser un poco como calentamiento, porque las primeras historias no están tan rápidas ni tan difíciles de entender y las últimas son mucho más complicadas. Así que creo que es perfecto porque tu cerebro puede ir calentando, puede ir como practicando escuchar español para que al final tengas un gran reto.
David:
Y bueno, ahorita nos vamos entonces con la historia de David y no soy yo. Así que vamos a escuchar esta historia.
David 2:
Cuando era niño vivíamos en una vecindad, era una vecindad que tenía planta baja y tenía un primer piso. Nosotros vivíamos en el primer piso. Recuerdo que pues nos gustaban toda clase de animales, para mis hermanos y para mí cualquier animal era una mascota. Así que sabiendo esto, mi papá un día llegó con un gran regalo. Nos regaló no una rana, ni dos, nos regaló como 20 ranas. En medio del departamento que vivíamos tenía azotea que estaba en el mismo nivel que las habitaciones. En la azotea pusimos una tina metálica, pusimos agua y pusimos a las 20 ranas ahí y las cubrimos con un paño, una tela. Y en algún momento alguno de los días que tuvimos a las ranas, no sé si el primer día, no recuerdo, pero estábamos adentro del departamento cuando empezamos a escuchar a todas las vecinas de la planta de abajo gritando y corriendo como que habían visto un fantasma, no sé. Entonces mis papás se asomaron y vieron que las vecinas corrían huyendo de las ramas, así que se asomaron y vieron en la tina y ya no había ninguna rana. Todas se habían escapado y se habían ido por una tubería de desagüe de agua de lluvia que llegaba a la planta baja y por ahí habían salido y el patio de la planta baja estaba inundado de ranas. Mi hermana, mi papá y yo tuvimos que bajar de cacería para atrapar a todas las ranas y fue como pudimos ayudar a las vecinas para que esa noche pudieran dormir, claro, con alguna que otra pesadilla, pero sabiendo que ya no había ranas invadiendo su patio.
David:
Que buena historia.
Ana:
Ya sé, pero ¿cómo 20 ranas?
David:
Sí, es un regalo un poco extraño. A mí no se me hubiera ocurrido ver 20 cosas iguales, ¿no?
Ana:
Son mascotas raras. Puedo imaginarme tener una rana, dos ranas, pero veinte ranas. Además, ¿cómo las alimentas? ¡No inventes!
David:
Sí, a mí en lo general los anfibios me parecen como un poco asquerosos, no me gustan mucho y pues hacen bastante ruido y no, no, no, no, que asco, a mí no me hubiera gustado ese regalo.
Ana:
Ok, pues ahora va una historia mía que yo les quiero contar, hace algunos años fuimos de visita a casa de mis papás y estábamos super ocupados, así que decidimos pedir al súper a domicilio. Eso es algo que se ha vuelto súper común en México en los últimos años. Puedes pedir el supermercado directamente a tu domicilio y a nosotros nos parece genial porque pues nunca hemos sido muy fans de salir y bueno, ahora con la pandemia pues es un salvavidas ¿no? Poder pedir el súper a domicilio y ya no tienes que salir. Pero bueno, en esa época todavía no estábamos en la pandemia, sin embargo decidimos hacer eso y pedimos el súper y nosotros dejamos la comida allá en la casa de mis papás. Y lo que sucedió fue que cuando regresamos de donde habíamos ido nos dimos cuenta de que había una bolsa de pan de caja en el piso. Y habíamos comprado un pan integral grande para podernos hacer sándwiches y comida así, simple. Y estaba en el piso y yo estaba muy confundida, ¿no? porque lo había dejado en la mesa y cuando me acerqué a la a la bolsa me di cuenta de que no tenía prácticamente nada adentro. Tenía como 5 o 6 rebanadas. Y esos paquetes ¿cuántas rebanadas traen, David? Unas...
David:
No sé, como 30 tal vez...
Ana:
30 rebanadas... Y sólo quedaban como 5 o 6. Pero lo chistoso es que la bolsa no estaba deshecha, no estaba rota. Obviamente quien había abierto la bolsa había sido la perrita de mis papás, Kenia. Lo chistoso es que como les digo, no estaba rota para nada. O sea, un perro normal rompe la bolsa para comerse lo que hay adentro. Pero esta vez la bolsa estaba intacta, solamente la había abierto por por la abertura normal, como si una persona lo hubiera hecho y había metido su cara, su cabeza en la bolsa y se había acabado casi todos los panes. Y fue super chistoso porque Kenia no era así en el pasado. Kenia respetaba mucho toda la comida humana, pero en los últimos años, conforme se ha vuelto viejita, no sé por qué le da mucha hambre todo. Todo el tiempo tiene muchísima hambre y se come todo, todo, todo lo que pueda encontrar.
David:
Sí, pobrecita. Lo que no me acuerdo si se enfermó después de haberse comido todo eso.
Ana:
No, no se enfermó. Yo no sé cómo aguantó comer tanto pan.
David:
¡guau! Es un perro super resistente.
Ana:
Y hablando de Kenia. Vamos a escuchar otra historia sobre esta perrita loca, eh? Mi mamá les va a contar.
Mamá de Ana:
Te quiero contar una anécdota de mi perrita que se llama Kenia. Ella es una schnauzer y bueno, ella siempre ha sido una perrita muy entendida, eh? Nunca ha hecho travesuras, eh? Nunca le dio por robarse comida de la mesa, ni nada. Pero resulta que un día que estaba yo preparando un guisado que lleva papitas cambray, eh, yo dejé estas papitas en la mesa del comedor eh esperando a que se enfriaran. Y mientras eso pasaba, acompañé a mi esposo a hacer unas compras y cuando regresamos pues el plato estaba vacío. Y yo pensaba que a lo mejor una de mis hijas lo había... había guardando las papitas en algún lado, o las había quitado de ese lugar. Pero no, resulta que la perrita se comió medio kilo de papitas cambray. Y lo descubrimos porque en el piso había algunas cuantas cascaritas de las papas. Pero resulta que fue la perrita la que se comió todas esas papitas. Afortunadamente no se enfermó ya que nunca había comido papas, pero eh, eso fue algo muy gracioso porque eh... pues nunca creímos que este olor de papas fuera tan, tan eh... ah... tan fuerte como para que ella quisiera comerse todas esas papitas. Bueno, bye.
Ana:
Mugre perro tragón.
David:
Sí, no inventes. Entonces ya se... supongo que para ese entonces sólo se había comido las papas. Y creo que lo del pan fue después.
Ana:
Sí, fue después lo del pan.
David:
Se volvió un perro avorazado tragón. Y bueno, vamos con otra historia y esta ocasión nos van a hablar sobre una tortuga. Estas mascotas son muy extrañas, pero bueno, vamos a escuchar.
Aideé:
Hola, me llamo Aideé y tengo una tortuga que se llama Pascal. Pascal y yo somos los mejores amigos y a veces nos quedamos dormidos juntos. Hace algún tiempo Pascal era muy pequeño, entonces era súper dormilón y cuando yo tenía que despertar para ir al trabajo, él seguía súper dormido. Así que antes de prender la luz para comenzar a arreglarme, dejaba a Pascal tapado hasta la cabeza para que no le entrara la luz y pudiera dormir un rato más. Pero recientemente ha estado creciendo mucho y se ha vuelto menos dormilón. Así que ahora me duermo con él cuando tengo que despertar temprano porque se despierta en la madrugada o a veces a las 6 o a las 7 de la mañana y empieza a caminar por todos lados y siempre me despierta porque se sube a mi cabeza. Esa es mi historia graciosa con mi tortuga llamada Pascal.
David:
Aww
Ana:
Creo que ya les hemos dicho, pero la tortuga de Aideé literalmente es como un perro, se comporta como perro.
David:
Sí, te persigue por los pasillos. Y también no me gustan los reptiles, creo que no me gustan muchos animales ahora que lo pienso. Y a veces esa tortuga me persigue, quiere subirse a mí o así. Uy, qué horror.
Ana:
Pero ¿cómo, cómo te da miedo que te persiga una tortuga? Es súper lenta.
David:
No me da miedo, simplemente no me gusta.
Ana:
Bueno, a mí sí me gusta.
David:
Y bueno, ahora vamos con otra historia y esta historia se las voy a contar yo. Y esto es mucho, mucho más reciente. Y como ustedes saben, o bueno, la mayoría de ustedes saben, nosotros tenemos una perrita que se llama Lola, y igual que la historia de Kenia, ¿no? Todo el mundo habla bien de sus mascotas. Lola es una perrita hermosa y tranquila,
Ana:
¡Es perfecta! Jaja
David:
Es perfecta. No hace nada malo. Siempre pensamos lo mismo de nuestras mascotas, pero Lola realmente lo es.
Ana:
Lola de verdad es perfecta.
David:
Exacto. Entonces hace apenas 3, 4, 4 o 5 semanas más bien nos volvimos locos. Bueno, de hecho yo un poco porque ya llevábamos unas semanas platicando que sería bueno tener otro perrito para que Lola pueda jugar y que ya saben todo eso de que los animales son animales y necesitan otros animales para sentirse bien, no sólo humanos. Y bueno, al final yo no estaba tan convencido y Ana sí y al final acabé yo comprándolo y fue una sorpresa para Ana del 14 de febrero. Entonces bueno, tuvimos a ahora a nuestro nuevo perrito que se llama Cajeta y seguramente si ustedes nos siguen en Instagram, que los invitamos a que nos sigan por ahí también, han visto fotos de Cajeta. Es un perrito hermoso, bueno, es una perrita hermosa y así, pero está loca. Es así como una cabra deschavetada. Está mal, mal, mal de la cabeza.
Ana:
Es completamente opuesta a Lola Yo no sé en qué nos metimos.
David:
Exacto, es una locura. Y el chiste es que yo... para mí es muy importante limpiar bien mi coche. ¿No? Me gusta...
Ana:
Por afuera.
David:
Por afuera porque bueno, con los perros, pero bueno. El tema es que me gusta tenerlos limpios. La mayoría de las veces yo los lavo, entonces tengo todo un kit completo, ya saben, de jabón especial y de que el cerámico especial y cosas así para tener limpios los coches. Y obviamente tengo mis trapos, mis microfibras carísimas porque no cuestan lo mismo que un vil trapo para la cocina o algo así. Y estas microfibras yo siempre las guardo bien y todo porque me gusta que estén limpias y que no estén todas sucias o rotas o algo así. Y hace unos meses Ana se le ocurrió tomar algunas de mis microfibras para ponerlas en el piso, en el lugar donde Lola tomaba agua porque se tiraba un poco de agua y pues se ensucia el piso. Entonces bueno, tomaron una microfibra, está bien, no pasa nada. Pero ahora que llegó cajeta a otra persona se le ocurrió darle las microfibras para que jugara. Sí, para que jugara. Entonces fue un día bajo y estaba Lola, Cajeta y Ana abajo. Y llego y la perra nueva, Cajeta, está corriendo con mis microfibras en su boca, rasgándolas, aventándolas y yo así de: ¿Qué pasa? Nadie respeta mis trapos. Yo estaba muy indignado porque nadie respetaba mis cosas y Ana sólo me dijo: No, eso pasa. A los papás siempre les pasa eso, todos toman sus cosas.
Ana:
Ay, mi amor, perdóname.
David:
Y bueno, esa es mi historia chistosa, no tan chistosa para mí que nadie respeta mis trapos para lavar mi coche,
Ana:
Pero ya se compró unos trapos nuevos y ya prometí no tocar esos trapos, ¿Ok?
David:
Hasta no ver, no creer. Pero vamos a ver,
Ana:
Pues ya escuchamos algunas historias de perros y de tortugas, pero ahora vamos a...
David:
Y de ranas.
Ana:
Y de ranas, sí, pero vamos a escuchar la historia de alguien que tiene más bien un conejito
David:
Ahhh los conejos.
Mary:
Moriz, nuestro conejo enano estaba pequeño, todavía no llegaba ni al año de edad. Vivíamos en una casa de dos pisos y él tenía su jaula muy grande. Abajo de su jaula tenía un tapete y en el área de abajo donde lo teníamos ahora planta baja, había piso de madera, teníamos un tapete. Entonces digamos que tenía muy poco espacio para moverse porque se resbalaba mucho en el piso. Entonces más bien su área de estar era abajo, en donde tenía su tapete y en el tapete de la sala. Se subía a los muebles porque lo tenía permitido, pero realmente su campo de acción era muy reducido. En el invierno lo subimos a la planta alta que estaba completamente alfombrada. No tenía permiso de entrar a todos los cuartos, pero si tenía más chance de de moverse. Entonces le encantaba morder alfombras, este... mordía cables o lo que encontraba mordía. Estaba relativamente bien educado porque entendía cuando le decías que no y más bien solo solamente se limitaba a morder su tapete. Pero cuando lo subimos al segundo piso fue como fiesta para él porque pues había muchas más cosas que que poder morder y donde poder estar. Entonces en nuestro cuarto teníamos dos repiseros y en uno atrás mi esposo tenía como muchas conexiones eléctricas, había muchos cables porque había conexión de tele, radio, conectábamos los celulares y demás.
Mary:
Era un espacio muy reducido para accesar, incluso para Moriz, pero él le fascinaba lo prohibido. Entonces, siempre que le decíamos que no, era así, como que: bueno, yo quiero ir. Entonces vigilábamos que no se metiera ahí, porque sí eran muchas conexiones, pues un buen día lo perdimos de vista y cuando acordamos se hizo muy flaquito y se alcanzó a meter atrás de los repiseros. Entonces me agaché rápido pues para tratar de salvarlo, digamos y a la hora que salió el pobrecito salió super esponjado. Obviamente mordió los cables. Entonces salió erizado y esponjado todos sus pelitos, parados, parados, parados y con una cara de susto. El pobrecito se había electrocutado. Entonces mi esposo y yo al verlo así pues moríamos de la risa. Pero obviamente lo primero que tuvimos que hacer fue cerciorarnos que estuviera bien, ya que lo vimos bien y que estaba sanito y normal, bueno, no parábamos de reír porque literalmente salió echo una esponja de lo parado que tenía los pelos. Entonces sí, fue muy simpático. Ya después jamás se volvió a meter ahí atrás. Ya no lo volvió a intentar. Y obviamente nuestros cables de cargador de teléfono estaban todos mordisqueados. Pero bueno, fue muy chistoso, pero gracias a Dios el conejo sigue vivo y no pasó a más.
David:
Una gran historia. Ese Moriz, yo lo conocí y sí era súper travieso.
Ana:
Sí. Los conejos no pueden evitarlo. Nosotros también en algún momento tuvimos un conejo y también: todas nuestras sillas, nuestros cables, todo, todo estaba súper mordido.
David:
Sí, ay esos animalitos. Y bueno, vamos con una historia más de perritos y este perrito se llama Kuzco,
Ana:
Es nuestro vecino, así que...
David:
Es nuestro perrivecino.
Ana:
Sí. Siempre que salimos a caminar y Kuzco está en el balcón siempre le decimos: Kuzco Hola Kuzco,
Emilia:
Tengo un perro que se llama Kuzco y es un perro de un... de la raza cocker spaniel y es un perro escapista, literal. Porque siempre queda la posibilidad y que la puerta abierta, se escapa y corre a oler y hacer cosas fuera de la casa en todo el fraccionamiento. Una vez dejé la puerta abierta porque estaba haciendo subiendo cosas a mi coche y me descuidé un poco y en eso Kuzco se salió y se fue corriendo. Entonces yo no me di cuenta de que Kuzco había dejado mi casa y había desaparecido, pues yo seguía haciendo mis cosas hasta que me di cuenta y salí corriendo a buscar a mi perro. Entonces fui corriendo por todo el fraccionamiento a buscar a mi perro. Siempre voy como al lugar donde se que le gusta ir, que hay como espacio para que huela y haga pipí y todo eso y no estaba eh, di dos vueltas al fraccionamiento y no lo encontré. Entonces regresé a mi casa un poco preocupada porque dije ya mi perro se perdió, ya me lo robaron, ya no está. Y en eso veo mi celular y veo justamente que habían inscrito en el grupo de whatsapp del fraccionamiento. Eh, si... Y habían mandado la foto de Kuzco y decía: ¿de alguien de alguien es este perro? Y entonces todos los vecinos empezaron a contestar: Es el de la 42. Es Kuzco, es Kuzco. Es el que siempre se escapa. Es Kuzco, es el perro, es el perro Kuzco. Entonces me dio muchísima risa porque todos los vecinos ya conocen a mi perro escapista y ya lo identifican, que es el perro que siempre se escapa y que es de la casa 42, donde yo vivo.
Ana:
Sí, yo recuerdo ese día y yo comenté en el chat de whatsapp que: Ahh es Kuzco.
David:
Sí, ese Kuzco es muy muy chistoso, pero sí, también siempre sale corriendo. Bueno, está bien, es divertido verlo por ahí corriendo.
Ana:
Bueno, pues ustedes ya conocen a la siguiente persona que va a contar la siguiente historia
David:
La famosísima, la tan querida, tan esperada...
Ana:
Mafer. Ustedes la conocen, la aman, la adoran. Si tú eres nuevo en nuestro podcast y no has escuchado el episodio que hicimos con ella, es un episodio súper avanzado. Te lo recomendamos. Puedes encontrarlo en nuestro canal de YouTube. Ahh pero sí, todo el mundo ama Mafer en este canal. Así que vamos a escuchar su historia y recuerda que Mafer habla super rápido, así que por eso la dejamos al final. Es el reto más grande de este episodio.
Mafer:
Hola a todos, ¿como están? Yo soy Mafer Verdi y estoy muy contenta de contarles aquí una anécdota chistosa con mi perrito. Es un pitbull y se llama Roco. El punto es que hace unas semanas eh, yo le dije a mi papá: oye, hay que bañar a Roco porque ya está muy muy sucio. Entonces me dijo: sí, claro, vamos a bañarlo. Entonces. Pero me dijo: tienes que literal de que ponerte, eh? Ropa para mojar, porque el perro te va a empapar. Y así fue. Eh? A mí me dio mucha risa que mi papá al principio agarró la manguera y empezó a perseguir al perro por todo el patio. Pero pues el perro obviamente no se quedaba quieto. Entonces mi papá iba con la manguera casi, casi que nada más, regando el pasto porque el perro no se dejaba, este, agarrar para bañarlo. Entonces, pues ya como pudimos agarramos al roco, eh, nos fuimos para el patio de atrás de la casa y lo empezamos ya este... ya con correa, ya para que no se fuera y yo estaba así acariciándolo para que, pues no se pusiera todo loco. Le calentamos su agüita para que se bañara con agua calentita eh? Y en eso lo empezábamos a tallar, pero estaba tan sucio el perro que el agua literal ni siquiera le entraba. O sea, parecía pues su piel estaba ya tan grasosita que la rebotaba al agua, pero después de tallarlo muchas veces pudimos bañarlo. El perro quedó impecable eh? Listo para para unas fotitos, le tomamos fotos, videos porque pues no es muy muy común verlo tan limpio. Pero me dio mucha risa que al momento de bañarlo en la primera vez que estábamos en el jardín eh? Pues mi papá iba correteándolo con con la manguera y el perro simplemente pues no se quedaba quieto. Entonces terminamos empapados ese día después de bañar al Roco. Obviamente pues yo me tuve que meter a bañar porque estaba llena de pelos y de jabón, pero pues se logró el objetivo. Y bueno, esta es mi historia, ojalá la hayan entendido. Un saludo a todos, cuidense, bye bye.
David:
Ay esa Mafer y sus historias siempre le pasa a cada cosa.
Ana:
Ya sé que chistoso, puedo imaginármela corriendo por todas partes para bañar a su pobre perro. Bueno, pues este fue el episodio avanzado. Recuerda que tenemos la transcripción y el documento con el vocabulario y todo igual que en un episodio normal para que te puedas aprovechar y estudiar este episodio las veces que tú necesites.
David:
Si, y como siempre muchísimas gracias por apoyarnos en Patreon. Este trabajo que hacemos para ustedes nos encanta, nos encanta hacer estos episodios avanzados y nos vemos en un siguiente episodio los lunes.
Ana:
Así es, nos vemos. Cuídense mucho. Bye
David:
Adiós. Besitos
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